sábado, 19 de julio de 2014

Om tare tuttare , Mantra para nuestro SER







Tara es un nombre sanscrito cuya raíz Tri significa en el causativo "hacer atravesar", "hacer alcanzar la otra orilla", en sentido propio como figurado, de ahí el sentido general de "salvar, socorrer, liberar". El nombre tibetano correspondiente es Dreulma o Drölma; tiene el mismo sentido que Tara, ya que el verbo del que deriva significa "salvar, hacer atravesar". Tara es por lo tanto: "aquella que hace atravesar (el océano de las existencia)" o también "aquella que hace alcanzar (la otra orilla en la que cesan los estados condicionados de la existencia)"

Principio femenino de liberación, perfección de la sabiduría, madre de los budas, protectora del Tibet, Tara es la mayor dama-yidam del panteón tibetano.

Según la leyenda, Tara la bodhisatva habría nacido bajo los rasgos de la princesa "Luna de sabiduría", que decidió hacerse monja. Los monjes le aconsejaron orar para obtener un renacimiento más propicio en un cuerpo masculino. Ella les respondió que en la realidad última, no existen ya ni hombre ni mujer así como no existen el "yo" y el "mio", e hizo voto de continuar manifestándose en un cuerpo de mujer para ayudar a todos los seres, hasta que el océano de la existencia samsárica se seque.

También se dice que nació de una lágrima vertida por Chenreri (o Avalokiteshvara) el buda de la compasión, del cual ella es una emanación. El nombre Tara, que quiere decir estrella, es interpretado como "aquella que ayuda a atravesar" (el océano del samsara), la salvadora, la liberadora. Tara vuela al socorro de todos aquellos que la invocan en la adversidad, o, como lo dice el sabio indio Chandragomi en el siglo VII, "Aya Tara responde instantáneamente a todas las oraciones desinteresadas. Los deseos egoístas corren el riesgo de tomar algo más de tiempo..." Las dos formas más conocidas de Tara son la verde y la blanca, así como 21 manifestaciones que son objeto de una bella plegaria. La Tara verde protege de los miedos, de los peligros y de los enemigos, que ella doma pacíficamente. La Tara blanca es invocada a menudo para obtener curación y longevidad.

Arquetipo del principio femenino, Tara ha podido ser aceptada en tanto que buda femenino gracias a la aparición del tantrismo. Su culto se ha desarrollado en el Tibet en el siglo XI, bajo la influencia de Atisha, fundador del la orden Kadam, precursor de los Gelugpas. Pero ya en el siglo VIII, Guru Padmasambhava, padre del budsmo tibetano dijo que "es necesario un cuerpo humano para alcanzar la iluminación. Hombre y mujer, no hay diferencia. Pero para quien está decidido a desarrollar el espíritu del despertar, un cuerpo de mujer es más favorable".

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