jueves, 7 de noviembre de 2013

Graham Hancock: Alternative History & Secrets to Our Past


Graham Hancock, nacido en Edimburgo en 1950 se licenció en sociología. Desde 1987 se dedica exclusivamente a escribir. Ha publicado obras de gran éxito, como Talisman, en 2004. Es uno de los autores de la postura cientifica alternativa conocida como teoría de la correlación de Orión. En la actualidad se encuentra dedicado a profundidad la medicina sagrada conocida como Ayahuasca.



 

Para Graham H. está convencido de que existió un sistema religioso y espiritual mundial, que fue global y que tocó a cada una de las religiones que han llegado hasta nosotros. 
Siendo la mayor prueba de la existencia de una civilización perdida. No la tecnología. Ni las pirámides. Sino la evidencia de que existió una idea universal espiritual que tocó la esencia de la vida, y no puede explicarse su implantación en el mundo mas que aceptando la existencia de una fuente común que transmitió ese conocimiento.

"En ciertos textos antiguos se nos habla de vida y muerte, del viaje al más allá y de las grandes estructuras de piedra como parte de un sistema de iniciación en estos misterios. Esas estructuras se diseñaron para crear un ambiente, una atmósfera en la que el ser humano fuera capaz de contemplar estas materias".

El espejo del cielo

La tesis de Hancock comenzó a tomar fuerza durante la preparación de su último libro, El espejo del paraíso (Grijalbo, 2001). En esta obra plantea la posibilidad de que algunos de los lugares espirituales del planeta más antiguos, como Giza, Angkor en Camboya, las islas de Ponhpei y Pascua e incluso las célebres pistas de Nazca o el candelabro de Paracas, en Perú, se encuentren distribuidos cumpliendo una función astronómica y religiosa muy precisa.
El descubrimiento principal de Hancock consistió en determinar que la meseta de Giza debió ser algo así como el "meridiano cero" de la antigüedad. Aunque nuestra civilización no fue capaz de calcular correctamente la latitud para la navegación hasta el siglo XVIII, Hancock sostiene que ese problema no existió en un remoto pasado y que el "meridiano de Greenwich" de entonces pasaba por encima de las pirámides. A partir de ahí descubrió que, en relación a ese eje geodésico, muchos monumentos sagrados se habían distribuido sobre la faz de la Tierra formando una red separada por ángulos cuyos valores resultaron ser múltiplos de números de gran importancia astronómica. Era como si los monumentos de aquellos lugares se hubieran levantado para seguir el desplazamiento de ciertas estrellas durante milenios.
Hancock se refiere a esos valores como "números precesionales", ya que hoy sirven para calcular el movimiento de las estrellas en la bóveda celeste. Esa traslación, originada por el desplazamiento en forma de peonza del eje longitudinal de la Tierra alrededor del polo, hace que las estrellas se trasladen en nuestros cielos a razón de un grado cada 72 años. En consecuencia, los múltiplos de 72 fueron considerados en la antigüedad como números sagrados y aplicados –según Hancock– a la construcción de esos lugares espirituales siguiendo un plan meticuloso y preciso.
Pero esto debió exigir a los antiguos tremendos conocimientos de geografía, astronomía y matemáticas.
Además, hay otra "prueba" extra para abonar esta hipótesis: la disposición de esos enclaves imita en muchos casos la forma de ciertas constelaciones. Así, las tres pirámides de Giza reproducen la alineación de las tres estrellas del cinturón de Orión, o los templos de Angkor la forma de la constelación de Draco o del Dragón.
-Todo eso –insiste Hancock– no puede ser casualidad. Yo creo que forma parte de un conocimiento diseminado intencionadamente. Muy intencionadamente. Si estoy en lo correcto, hubo una cultura que alcanzó una gran sabiduría a través de una exploración a conciencia del ser humano y de su condición. Sus miembros creyeron haber alcanzado un conocimiento que daba sentido a sus vidas y les ofrecía garantías para superar a la muerte, que debió ser su gran preocupación.
En efecto. Tanto Giza, como Angkor, Pohnpei y otros muchos lugares sagrados, parecen concebidos como puertas al más allá. El caso de las pirámides es especialmente claro al respecto, ya que los antiguos egipcios consideraban la planicie sobre la que se levantan como el "reino de Osiris" en la Tierra, el "Rostau", y lo emparentaban con otro "reino de Osiris" celestial que llamaban "Duat" y que no es otro que la constelación de Orión. Giza, pues, actuaba como la puerta terrestre para ascender a los cielos.

Graham Hancock –con la inestimable ayuda del ingeniero angloegipcio Robert Bauval– determinó que Giza y Angkor parecían estar imitando la disposición estelar de Orión y el Dragón respectivamente… ¡en el 10500 a.C.!

 ¿Era esa la fecha en la que emergió esa extraña sabiduría cósmica que Hancock buscaba ahora en las antiguas culturas?
-Realmente no lo sé –reconoce–. Sin embargo, está demostrado que en el 10500 a.C. la Esfinge miraba hacia el nacimiento de Leo por el Este en el equinoccio de primavera, Angkor se orientaba hacia el Norte, donde nacía Draco, y las pirámides hacia el Sur, donde emergía Orión. Si hubo construcciones allí en esa época o se construyeron después para rememorar esa fecha, no lo sé aún.
En cierta entrevista que le hicieron a Graham Hancock este responde 
-¿Y en el Oeste?
-El Oeste está "abierto", no hemos encontrado aún nada orientado hacia allí.
-¿Podría tratarse de una construcción hoy sumergida?
-Me pregunto a menudo si quizá no se trata de una estructura hecha, sino de algo que aún tiene que edificarse.
-Estamos hablando de un sistema de ideas que cree en la reencarnación, que ve la evolución del alma humana dentro de un universo material para su experiencia y conocimiento. Y eso lo expresaron a través de la construcción de edificios que forman parte de un sistema de iniciación. Una posibilidad que barajo es que ese sistema de cuatro partes, orientadas a estrellas clave en los puntos cardinales, se pensara para activarse en el instante en que se reavivara cierto despertar de la conciencia, y por eso los humanos estamos llamados a levantar ese cuarto "templo" del Oeste.
Me encojo de hombros.
-No es tan descabellado –asegura Hancock–. De hecho es una extensión perfectamente lógica de un proyecto que construye una Esfinge en el 10500 a.C. –la erosión del monumento así lo sugiere–, tres pirámides en el 2500 a.C., y la ciudad de Angkor hacia el 1100 d.C. Desde esa óptica, ¿no cree posible que el cuarto templo podamos levantarlo en el siglo XXI?
No supe qué responder. Graham clavó sus ojos claros sobre los míos y añadió una última frase que me hizo estremecer:
-Yo sí.














"Five hundred years ago the old Mexican prophecy which announced the return of Quetzalcoatl came true. In an era dominated by human sacrifices and the decadence of a great culture, bearded men, white-faced, from beyond the sea, arrived to impose their law. In this fast-moving highly recommended novel, Graham Hancock masterfully reconstructs the biggest clash of civilizations ever, revealing aspects that only a genius author could unveil."
-Javier Sierra, New York Times bestselling author of The Secret Supper and The Lost Ange





Graham Hancock's historical novel War God: Nights of the Witch is the epic story of the clash of two empires, two armies and two gods of war. Five hundred desperate adventurers are about to pit themselves against the most brutal armies of the ancient Americas, armies hundreds of thousands strong.

Dark powers that work behind the scenes of history show their hand as the prophecy of the return of Quetzalcoatl is fulfilled with the arrival of Cortés. The Aztec ruler Moctezuma fights to maintain the demands of the war god Huitzilopochtli for human sacrifice. The Spanish Inquisition is planning an even greater blood-letting.

Yet, in the midst of the brutal and bloody battles, deep friendship and love survive through the massacres.

Tozi, a young girl, who has seen many deaths inflicted in many ingenious and horrible ways, uses her magical gifts to save those she loves.

Pepillo, a Spanish orphan who serves a sadistic Dominican friar, is taken under the wing of Cortés, and begins to learn what it takes to be a conquistador. 

They are caught up in the headlong collision between two gods of war, along with Malinal, a beautiful sex slave, whose hatred of Moctezuma runs so deep she will sell out her own land and people to destroy him.

Praise for WAR GOD: Nights of the Witch

'The book offers up a heady mix of action, politics, spirituality and the supernatural . . . Convincing fantasy elements and viscerally recreated details keep the narrative charging forward.'
(The Daily Mail)

'Five hundred years ago the old Mexican prophecy which announced the return of Quetzalcoatl came true. In an era dominated by human sacrifices and the decadence of a great culture, bearded men, white-faced, from beyond the sea, arrived to impose their law. In this fast-moving, highly recommended novel, Graham Hancock masterfully reconstructs the biggest clash of civilizations ever, revealing aspects that only a genius author could unveil.'
Javier Sierra, New York Times bestselling author of The Secret Supper and The Lost Angel.

'. . . part historical fact, part fantasy, the effect is as intense as the events themselves. It's a fascinating read that will have you booking a flight to Mexico long before you finish the book.'
London Evening Standard

'Interweaving historical fact and vivid fiction, Graham Hancock's War God is packed full of blood, guts, conflict, sacrifice and witchcraft in the last days of the Aztec empire. The story of the Spanish conquest of Mexico and the downfall of Moctezuma is the perfect (if very gory) distraction from modern life.'
Wanderlust

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